Dulce, bella figura.
El ramo de madera que ayer cantaba tu nombre,
Se ha ido, ha sido arrebatada por constelaciones indeseables,
De llantos y desgarradas figuras.
Innumerables hojas se han desdoblado con el tibio encanto
De tu figura dorada, adornada con el bello encanto
De las estrellas y de las flores.
Grita furioso el fuego sediento de tu ser infinito,
Sacude los mares de tu silencio dormido
Derramada tu sangre en mí, la copa de tu abismo.
Se ha perdido el orden de tus litorales y tus valles,
Se ha tornado absurdo, tus poesías, encanto de los hierbales.
Como el simple rezo de tu locura, como la simple
Aurora de los arrabales.
Si te vas, es por qué lo quieres,
Pero algún día, cuando el ruin acecho
De la soledad llegue a ti, vendrás a buscarme
Y te diré que alguna vez fui tuyo, pero que ahora,
Escapando de tu furia encantadora, que me enloquece
Te diré. Vete- ¡Ya no pienso en ti!
Guido Martin Roa Giménez
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